Rituales corporativos para conectar equipos y cultura de empresa

Conectar los equipos y la cultura organizativa. Rituales corporativos (II)

En las estrategias y procesos de transformación cultural y organizativa han ido adquiriendo cada vez más fuerza los denominados “rituales” de empresa. Los rituales corporativos son prácticas grupales con las que la compañía o los equipos proyectan y celebran un propósito, unos valores y unos comportamientos determinados.

Se trata de actividades conscientes y estructuradas, que se repiten en el tiempo y de la misma forma, y que están dotadas de un significado y una intención simbólica concreta, como ya vimos en otro artículo.

Por ejemplo, podemos englobar bajo esta categoría un evento trimestral con toda la plantilla donde se exponen los resultados de la compañía, una reunión semanal de feedback del equipo o una comida del CEO con las nuevas incorporaciones de la empresa.

Los rituales corporativos, a diferencia de otros eventos internos, no necesitan más comunicación que el hecho mismo de llevarse a cabo. Suponen un punto y aparte en la vida social de la empresa, no un hueco en mitad del trabajo sino la celebración misma de la cultura organizativa, a la que representan y periódicamente regeneran.

Son en el tiempo lo que la casa es en el espacio, que decía Antoine de Saint-Exupéry.

Rituales corporativos compartidos entre equipos, colectivos u oficinas de la empresa

Podemos encontrar múltiples clases de actividades dentro de la empresa que mantienen rasgos ceremoniales. Algunas surgen espontáneamente dentro de un equipo. Otras nacen de colectivos, comunidades de práctica o tribus corporativas. Los operarios de fábrica -independientemente de dónde o para quién trabajen-, los profesionales del departamento de Comunicación o el personal al completo de la oficina de Albacete pueden desarrollar sus propios rituales.

Sin embargo, los rituales corporativos más poderosos son los que involucran al conjunto de la organización y los que tácita o explícitamente cuentan con el apoyo de todos sus integrantes. No importa si se trata de una iniciativa inspirada e impulsada por los fundadores (enfoque «de arriba a abajo») o de una práctica surgida dentro de un grupo y extendida a toda la compañía (enfoque «de abajo a arriba»).

Good Rebels es una agencia-consultora digital española que desde sus inicios ha basado su cultura en tres principios (transparencia, excelencia y amor) y en un conjunto amplio de rituales. De entre ellos, sin lugar a dudas, destacan los RebelFridays.

Se trata de desayunos colectivos que, cada viernes desde hace más de diez años, reúnen a los miembros de la empresa en torno a un ponente cada vez distinto, procedente de mundos lo más alejados posibles de la compañía para así descubrir nuevos enfoques y realidades: desde magos, físicos, viajeros y periodistas a emprendedores, sociólogos, escritores o, incluso, exministros.

La preparación de la ceremonia es tan importante como su desarrollo. De forma aleatoria, semanalmente, se elige un equipo responsable de elaborar el desayuno y de servirlo en cada una de las mesas. En ese equipo no hay jerarquía, departamento, experiencia profesional, trayectoria formativa o edades, y lo que se premia es la creatividad y la colaboración.

Los RebelFridays se cierran con un turno libre de preguntas donde se ejercita el espíritu crítico y donde los recién llegados pronto descubren el valor de participar de igual a igual y sin temor a contrariar a sus colegas o a la dirección. Al terminar, uno de los fundadores o socios dirige una brevísima charla de apenas dos minutos que conecta lo vivido en el desayuno con la cultura de la compañía, con su pasado o con sus retos futuros.

Diría, en los casi 9 años de vida que compartí en Good Rebels, que nadie que haya vivido una experiencia así puede negar el impacto de los rituales en la buena salud de la organización.

Los rituales corporativos como palanca cultural y estratégica de la compañía

Los rituales corporativos vienen a ser, en buena medida, la representación de la ética de la organización. No tienen nada que ver con el logo, el «selfie» corporativo en este o aquel evento o con los doscientos «me gusta» en Instagram de los que presumimos en nuestro reporte de comunicación diario.

  • Conectan con nuestro cerebro y orientan de manera casi inconsciente nuestra forma de hacer, de relacionarnos y de comunicarnos en la empresa. Todo ello contribuye a:
  • Fortalecer los valores y comportamientos corporativos.
  • Conectar los objetivos de la organización con el pasado, el presente y el futuro.
  • Poner foco frente a las distracciones y presiones.
  • Crear sentimiento de pertenencia y comunidad.
  • Cohesionar a los equipos.
  • Generar orden y estructura, regulando emocionalmente a la plantilla.
  • Optimizar los procesos operativos bajo una dimensión humana.
  • Mejorar la experiencia de empleado.

Estas son razones para olvidarnos por un momento de los objetivos financieros y de la tarea cotidiana y dedicar esfuerzos a algo que una mirada menos abierta vería como «simplemente escénico o superficial».

A la postre, un ritual es un juego simbólico y mecánico inserto en mitad de la organización. Pero un juego en el que todos ganan. Salvo el resultado final, el desarrollo es conocido y predecible. Las reglas varían ligeramente según el caso aunque dentro siempre de un mismo terreno o marco de acción. Por ejemplo, los participantes pueden rotar, cambiar de rol e incluso someterse a pruebas distintas.

Los empleados negocian durante su celebración con el poder «sacralizado» que encarna la empresa, ya sea retándolo o valiéndose de él. Y siempre, según Lévi-Strauss, «terminan del bando vencedor». Esto es: adhiriéndose a un sistema de creencias y comportamientos que les representa, los protege y los une.

¿Qué características cumplen los rituales corporativos?

Lo relevante para que esa puesta en escena tenga sentido e impacto y no sea «simple artificio» es que se cumplan las siguientes premisas:

  • Deben ser planificados y estratégicos. Siempre hay una primera ocasión, una idea original, incluso una adversidad de la que nace y con el tiempo cristaliza un ritual. Pero eso no significa lanzar ocurrencias por muy creativas e impactantes que parezcan cada vez que nos encontramos en dificultades. Los rituales corporativos surgen antes de la anticipación que del problema. No han de depender del clima laboral del momento.
  • Han de ser conocidos y compartidos. Un ritual puede ser una práctica en cierta forma privada y exclusiva. Lo que nunca puede ser es un código secreto, un misterio revelado solo a unos pocos agraciados ni una suma de gestos informales y arbitrarios. Todo ello podría conformar una especie de jerga grupal. Nunca un pilar de la cultura de la organización.
  • Tienen que ser colectivos y participativos. En tanto que actividad corporativa consciente y ligada a la cultura, es preciso que el ritual involucre al mayor número de miembros posibles de la organización, si no a todos. Otra cosa distinta es que cada uno de ellos desempeñe un rol o que haya ciertos roles reservados a unos pocos -bien de manera permanente o rotativa-. Lo fundamental es que todos se sientan protagonistas e interpelados, actores conscientes de la «representación».
  • Es preciso que se repitan de manera recurrente y de la misma forma. Si no se repite en el tiempo no es un ritual. Es necesario que exista una cadencia, un porqué en el tiempo, un desencadenante necesario. Esto no significa que con el paso de los años el ritual no sufra desgaste y pierda su razón de ser. O que evolucione e incorpore entonces nuevos significados.
  • Encarnarán el alma de la organización. Los rituales corporativos han de ser intencionales y estar conectados con los objetivos y singularidades de la empresa. Tienen que ser útiles para la organización y sus integrantes. Como consecuencia, han de erigirse en un elemento solemne y respetado por todos ellos, en una suerte de tótem que simbolice el poder del grupo, en palabras de Durkheim. Deben celebrar unos valores. Por eso nunca serán fiestas corporativas ni meras experiencias lúdicas.

Una ceremonia muchas veces iniciática

Con todo, los rituales corporativos no tienen por qué celebrarse ni una única vez, ocurrir en el mismo instante o congregar a todos al unísono. No pensemos en una representación multitudinaria. Sí en los objetivos y en los disparadores del rito.

IKEA o INDITEX son compañías multinacionales que comparten la práctica, cuando alguien se incorpora a la empresa, de hacer rotar a sus nuevas contrataciones por distintos departamentos corporativos. Eso implica pasar desde la tienda al almacén o al servicio de atención al cliente, aunque su puesto definitivo sea otro. No importa la categoría o nivel salarial de la persona que se incorpora.

Automattic, la empresa propietaria de WordPress -responsable de la plataforma más popular del mundo para la creación de páginas web-, sitúa a esos mismos empleados recién contratados allí donde más se sufre el peso del negocio: el soporte técnico a los usuarios.

Conocer desde dentro y desde abajo la empresa, aunque sea solo durante tres semanas o un mes, es un viaje iniciático al corazón mismo de tres culturas corporativas que premian tanto la humildad como el sacrificio y el respeto casi familiar hacia el conjunto de la plantilla. En esencia, hacia quienes desempeñan las tareas más básicas pero más decisivas para el éxito de estas compañías.

Y en estos casos, hablamos de un ritual asíncrono y nunca multitudinario. Pero es estratégico, es conocido y obligatorio, se repite de la misma forma para cada nueva alta, conecta con los valores corporativos y termina involucrando a todos los miembros de la organización.

Las funciones del ritual: del tránsito a la celebración o el homenaje

El ritual corporativo se asocia en muchas ocasiones al tránsito de un estado a otro dentro de la empresa, a un antes y un después en el devenir del empleado y de la comunidad.

La plataforma de alojamientos turísticos Airbnb realiza un «campamento» especial con sus nuevas contrataciones que culmina con una ceremonia de graduación. En ocasiones, los recién llegados tienen oportunidad de elegir durante ese evento con qué equipos empiezan su carrera. Y todos ellos pasan, ya en la oficina, por un túnel humano de brazos que protege, avala y representa el viaje del empleado hacia un futuro profesional mejor.

Esa «liminalidad» de la que hablaba Van Gennep -a veces marcada por una suerte de prueba o bautismo- es una función importante y recurrente en los rituales pero no la única. También pueden ayudar a la comunicación, a la cultura y al desempeño de la compañía de las siguientes formas:

  • Para celebrar éxitos y reconocer logros colectivos.
  • Para construir relaciones y confianza en el grupo.
  • Promover el desarrollo y el aprendizaje de las personas.
  • Honrar momentos de vida clave de la compañía.
  • Acelerar cambios internos.
  • Realzar valores y comportamientos de éxito.

Los rituales resignifican el papel de los colaboradores de la compañía. Mitifican su participación en la empresa y la proyectan hacia el futuro. Y a diferencia de la comunicación interna clásica, los convierte en héroes y heroínas de la gesta corporativa. No en meros extras. No en público fiel. No en simples hacedores de tareas.

Comentarios

5 respuestas a «Conectar los equipos y la cultura organizativa. Rituales corporativos (II)»

  1. […] actividades conscientes y estructuradas que se repiten invariablemente en el tiempo y de la misma fo… No se improvisan: mantienen unos códigos, un lenguaje y una puesta en escena siempre idéntica […]

  2. […] Es un hecho que, para triunfar en un contexto competitivo cada vez más volátil, incierto, complejo y ambiguo, se hace progresivamente más necesario avanzar hacia organizaciones más horizontales y ágiles, abiertas a una toma de decisiones más descentralizada y a una participación más directa de sus empleados.   […]

  3. […] en función de la capacidad de la empresa para reducir la complejidad del trabajo y desarrollar normas de comportamiento que fomenten la colaboración, la creatividad y el crecimiento personal de …, todo ello con el fin de crear el máximo valor posible para los […]

  4. […] en función de la capacidad de la empresa para reducir la complejidad del trabajo y desarrollar normas de comportamiento que fomenten la colaboración, la creatividad y el crecimiento personal de …, todo ello con el fin de crear el máximo valor posible para los […]

  5. […] Asimismo, resulta novedosa la apuesta del ensayo por nuevas formas de tomar decisiones ancladas en la confianza y en la distribución inteligente del poder inherente a toda organización humana. No desde una visión «happy flower» sino considerando ya el creciente papel de los equipos como actores nucleares de los nuevos modelos de ne…. […]

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José Luis Rodríguez

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Conferenciante, formador, facilitador de innovación y emprendimiento, orientador profesional y consultor de
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